Cuando mi hija de 15 años vino de la escuela un día muy emocionado por un nuevo poema que estaban analizando, supe que iba a ser algo especial. Sólo la había visto tan emocionada una vez, cuando empezó a leer Macbeth. En lugar de explicar de qué se trataba el poema, decidió leerlo. Lo leyó mientras me miraba a la cara y en mi expresión debió de ver que yo también pensaba que había sido escrito por un genio.
El genio en cuestión es Patience Agbabi, una autora británica nacida en Londres de padres nigerianos. Patience ha vivido y estudiado en varios lugares del Reino Unido, incluida la Universidad de Oxford. Publicó por primera vez su poema «Eat Me» en su colección de 2008 Bloodshot Monocrome.
Traducir poemas es muy complicado, así que si quieres saber cómo suena en inglés, échale un vistazo a nuestro blog en ingles aquí.
«Cuando cumplí treinta años, mi pareja me trajo un pastel. Tenía tres capas de glaseado y era casero, pero las velas estaban allí para marcar cada libra (6.3 kg) de mi peso, no mi edad.
El pastel tenía glaseado blanco con letras rosas que decían: «cómeme». Hice lo que decían las letras y me comí todo el pastel, sin siquiera saborearlo.
Entonces mi pareja me pidió que me levantara y caminara alrededor de la cama. Quería ver mi vientre temblando y mis caderas temblando, grandes como un camión.
Solía decirme que le gustaba que las chicas fueran lo más grandes posible. Me gustan las chicas grandes con carne suave, decía, chicas con las que puedo hacer un túnel, chicas con muchas barbillas y mucha grasa.
Yo era como su bañera cálida y reconfortante, pero él era mi comedero, y mi única alegría breve era engullir comida basura; su alegría era verme engordar, como si fuera una especie de fruta madura y tentadora.
Yo era su fruta de pan tropical, o una isla desierta para que él aterrizara después de un naufragio. O yo era una ballena lavada en la cama tamaño king, anhelando que una ola viniera y me llevara. O yo era un maremoto, pero hecho de carne en lugar de agua.
Estaba demasiado gorda para escapar, o incluso para comprar leche entera en las tiendas; Estaba demasiado gorda para usar mi gordura como protección, y estaba más allá del tamaño que podría llamarse eufemísticamente «gordito» o «de huesos grandes».
Cuando cumplí treinta y nueve años, dejé que mi pareja me acariciara la enorme y redonda mejilla. Nuestra carne se fusionó. Me dijo que abriera la boca y me hizo beber aceite de oliva puro.
Me susurró al oído: «Pronto tendrás cuarenta años». Cuando escuché eso, ¿cómo podría resistirme a rodar sobre él? Se asfixió bajo mi peso. Mi cuerpo amortiguó sus palabras moribundas.
Lo dejé acostado allí muerto durante seis horas, lo que me pareció más como una semana. Su boca estaba entreabierta y sus ojos saltones de deseo congelado. No quedaba nada de comer en la casa».
Aunque se trata de un poema que ha sido analizado por estudiantes y expertos en múltiples ocasiones, es imposible no hacer una conexión con nuestra vida cotidiana.
Mi primera impresión es cómo alguien puede manipular a mujeres o a hombres de tal manera que hace que pierdan parte de si mismos en el proceso. En el poema, la narradora es una mujer a la que el marido manipula y abusa emocional y físicamente. En su búsqueda de amor y aceptación sucumbe a los deseos de su marido de sobre alimentarla para engordar y convertirse en una mujer obesa que son las que le atraen sexualmente, dejándola como único placer el comer comida basura en cantidades enormes. Si analizamos la temática del text nos damos cuenta de que el tema principal está presente en nuestras rutinas diarias mucho más de lo que probablemente queramos analizar.
¿Cuántas veces hemos sido manipulados por los estándares de la sociedad? ¿Redes sociales? ¿O nuestras familias y amigos?
¿Alguna vez has salido a cenar o a casa de un amigo habiendo decidido no beber alcohol o no comer nada de azúcar y te has rendido después de que tu mejor amigo o tu hermana o madre o prima te haya pedido por quinta vez que tomes una copa de vino o que comas el postre que han tardado dos horas en cocinar con mucho amor y esfuerzo?
¿Has aceptado esas demandas en un esfuerzo por encajar, por no ser diferente, por ser amado…?
¿Te has mirado en el espejo y has visto solo un cuerpo … demasiado delgado, demasiado gordo, demasiado suave, demasiado alto … para que la sociedad acepte, para que tu amante ame… para que lo aceptes tu?
El poema nos muestra muy hábilmente lo injusto y absurdo que es para las mujeres o los hombres ajustarse a cualquier idea impuesta por otra persona o por la sociedad. En el poema, la mujer es tratada como un objeto, se vuelve vacía, incapaz de disfrutar de su vida aparte de los momentos en que se da atracones de comida basura. Aunque en este caso el abusador es la pareja, en mi práctica clínica he visto a muchas personas que de alguna manera están «abusando de sí mismas», la presión que algunas personas se ponen a sí mismas, la sensación de que necesitan encajar con los estándares que impone la sociedad, puede hacer que una persona pierda parte de sí misma. Cómo la mujer en el poema deja de ser una mujer y se convierte en un objeto para su pareja, pero también para ella misma es algo que me ha parecido tanto aterrador como cierto en la sociedad en la que vivimos ahora.
El final también puede interpretarse como libertad, pero también como la desesperación vacía de alguien que no sabe quién es o en quién se ha convertido. «No quedaba nada para comer en la casa». Su vacío solo se puede llenar con comida.
Un poema hermoso y aterrador al mismo tiempo. Me ha encantado. Gracias Paciencia Agbabi.